lunes, 12 de abril de 2010

Es esa sonrisa… o esos ojos, tal vez. Comienzo a creer que puede ser esa voz, o el recuerdo de esa guitarra tocando improvisadas canciones frente a mí. Esas suaves manos o esas mejillas que se levantaban cómicamente cuando sonreías, podría ser también. Empiezo a sospechar de esa alegría tan tuya y de esa mirada tan de misterio. Como segundo sospechoso, tengo en mi lista, tus abrazos y le siguen esos “te quiero” al oído. Aunque pensándolo bien creo que fueron tus palabras. Sí, tu indiferencia y frialdad. Y ese gusto a ti que dejaste en mi rutina, ese aroma que olvidaste en mi habitación, esas malditas palabras que grabaste en mis oídos y esa última mirada que archivaste en mi mirada. Son esos recuerdos que escribiste en mi memoria y ese odiado querer que guardo aquí dentro los que me hacen aborrecerte tanto, anhelarte tanto, extrañarte y quererte lejos. Son tus tontos sentimientos, tu idiota confusión, el nocivo tiempo. Es tu cuerpo el que añoro cada día y tu adiós el que detesto...

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